“Sí, soy un soñador, porque soñador es aquel que sólo encuentra su camino bajo la luz de la luna y cuyo castigo es contemplar el alba antes que el resto del mundo”.

Oscar Wilde.

Soy María Mercedes Solórzano, una mujer soñadora y romántica, un alma anacrónica con una sensibilidad poética más propia del siglo XVIII.

Expresarme escribiendo poesía se ha convertido en algo esencial en mi día a día.

En el tiempo en que mis dedos sostienen la pluma impregnando el inmaculado papel con olor a tinta trazando palabras de amor, me sumerjo, bajo la lira de Erató, en mi remanso de paz donde solo hay quietud y belleza.

El amor por el arte, la música clásica y la lectura arrullaban cada día a la niña que fui, abocándome a convertir la escritura en una necesidad vital que afloraría con gran ímpetu en mi edad adulta.

Crecí en un hogar donde la cultura estaba siempre presente, cultivando y deleitando todos mis sentidos. La creatividad y la fantasía siempre fueron mis compañeras de juegos en la infancia.

Siendo muy pequeña, recuerdo observar las nubes con mi abuelito jugando a encontrar formas, dejándole asombrado al describirle los objetos, rostros y animales que desfilaban flotando lentamente ante nuestros ojos.

Nutrí mis conocimientos siendo una lectora, tan precoz como voraz, de literatura clásica, sobre todo europea. Más adelante, el romanticismo español y el modernismo hispanoamericano fueron un foco de atención muy importante para mí, siendo Rubén Darío una fuente de inspiración crucial.

Tan destinada estaba a tener por compañera de viaje en mi vida a la poesía, que incluso conté con la gran suerte de tener por vecinos a un par de poetas nicaragüenses, de donde soy originaria; ellos saciaban mi sed de conocimientos sobre literatura cuando conversábamos; Fernando Silva respondía mis preguntas con dulzura y Don Pablo Antonio Cuadra, a quien guardo especial cariño, me prestaba libros que potenciaron aún más mi interés en el arte de hilar sentimientos y palabras.

Ya en la secundaria, con 13 años, di el salto de la lectura a la escritura, comenzando así mi historia de amor con la poesía, que no ha hecho más de reforzarse a lo largo de mi vida. Deleitaba a mis compañeras leyendo mis largas e imaginativas composiciones, y recitando los poemas de mi admirado Rubén Darío.

Debo un especial agradecimiento a la que fue mi profesora en ese momento, Marta Cecilia Roustran, quien viendo mi interés y mis aptitudes para la poesía, me apoyó y fomentó dicha inclinación recomendándome lecturas.

Tras concluir mis estudios de bachillerato, continué formándome en Diseño de Moda en Viena, donde resido actualmente.

Aquí me empapé de obras clásicas de Rilke, Goethe y Kafka entre otros, aprovechando mi bilingüismo pude disfrutar de cada matiz que albergan las palabras en el idioma original.

Durante un tiempo centré mi atención en la lectura, pero la musa Erató hizo acto de presencia y comencé a escribir de nuevo, con rima final y con verso libre, tanto en español como en alemán.


El amor romántico, la ternura de la sensualidad velada, las metáforas y la sinestesia, propias del simbolismo y del modernismo, colman mis escritos proyectando vívidas imágenes en el lector y en mí misma, permitiéndome sentir cada frase en mi piel.

Y una prueba de ello es que, en el ámbito literario, he logrado colaborar en un par de revistas con mis creaciones: en “Cultura Latina”, publicada en Austria y editada en alemán y español, donde me presentaron y publicaron mis poemas en ambos idiomas; y en “Woadsack”, revista de Salzburgo, donde está presente mi poesía en alemán.


Dentro de poco, saldrá al mercado mi primer poemario: “Como te imagino”, de la Editorial Amerrisque, Managua (Nicaragua).

Como romántica que soy, pienso todo es posible si se quiere, quien se deja guiar por el amor, termina encontrando posibilidades.

El amor siempre encuentra caminos”.

María Mercedes Solórzano.